En los últimos años, sobre todo, desde la pandemia, se ha mencionado con bastante frecuencia el término de productividad tóxica. Nos referimos a ese enfoque del trabajo en el que se prioriza la cantidad de trabajo realizado en lugar de la calidad. Esto ha llevado a larguísimas jornadas de trabajo, situaciones de estrés y disminución del rendimiento por agotamiento tanto físico como mental.
Frente a este tipo de productividad, y sobre todo, desde la finalización de la pandemia por COVID, ha ido creciendo otro movimiento en el que los profesionales lo que quieren priorizar es la flexibilidad, unas condiciones de trabajo que les permitan un estilo de vida más lento, una productividad más consciente. De hecho a raíz de esta situación, el profesor Anthony Klotz predijo un fenómeno que se producido en los últimos tiempos, como es el de la Gran Renuncia.
La clave de la productividad consciente no está en la realización de más tareas y de más horas, sino de dedicar nuestra plena atención a aquello que estamos haciendo y gestionar nuestra energía. Muchas veces nos vemos trabajando en una tarea en concreto y de pronto tenemos una distracción (teléfono, un compañero que se acerca, un nuevo correo, redes sociales,..) y perdemos el foco de lo que estábamos haciendo. ¿Cuántas veces te ha pasado que cuando vuelves a la tarea que estabas realizando antes de esa distracción te cuesta varios minutos volver a concentrarte y retomar lo que estabas haciendo. ¿Realmente era necesario leer y contestar ese correo que ha entrado? ¿es posible en el mundo que vivimos hoy no atender una llamada o contestar el correo de forma inmediata, deprisa y seguir concentrados en la tarea que estamos realizando? Muchas veces respondemos a las necesidades y demandas de los demás antes de responder a nuestras propias necesidades. La práctica de la productividad consciente nos lleva a tomar conciencia de qué es lo realmente importante en cada momento y centrar nuestra atención en ello, aunque eso suponga tener que posponer las necesidades de otros por un momento.
En mi caso, comencé a profundizar en la idea de productividad consciente por un problema de salud. Tras lidiar varios años con dolor crónico e intentar tener el mismo ritmo que tenía antes y tratar de responder a las necesidades de los demás, sin considerar, muchas veces, las mías propias, llegó un momento en el que tuve que parar (a la fuerza) y replantearme mi vida. Me pregunté: ¿de qué manera puedo seguir teniendo una carrera profesional satisfactoria, hacer lo que me gusta y a la vez, cuidarme para no terminar postrada en una cama sin poder moverme en poco tiempo? Es ahí donde empecé a aplicar este pensamiento de productividad consciente en mi propia vida y donde comencé a a aprender sistemas, herramientas y metodologías que me pudieran ayudar a priorizar mis necesidades y conseguir un equilibrio entre mi carrera y mi salud.
¿Qué opinas sobre la productividad consciente? ¿De qué forma aplicas en tu vida diaria los principios de la productividad consciente? Deja tus comentarios.
03 Comentarios
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